Nuestra llegada a Santiago de Compostela. Cansada, con hambre, sed, lastimada de una rodilla nuestras miradas se iluminaron a la entrada de la ciudad ¡Santiago! y empezamos a apretar el paso, sientes como el corazón empieza acelerarse, estábamos a un instante pensamos, no, no, eran muchos instantes más. Atravesamos toda la ciudad. Cuando empezamos a caminar por esos callejones que nos transportaban a muchos siglos antes, parecían interminables, preguntando aquí y allá bajamos por un paso inferior donde un hombre con una gaita nos daba la bienvenida, la atravesamos y al llegar a la plaza del Obradoiro nos detuvimos justo frente a la catedral, Estaba ahí, majestuosa acogiéndonos a todos y cada uno de los peregrinos. No hubo una sola palabra, de pie la admiramos por un largo rato, fuimos a sentarnos en silencio durante una media hora, sin más, de pronto nos miramos nos levantamos, nos abrazamos y al mismo tiempo con la voz entrecortada exclamamos ¡lo logramos, estamos aquí! Gracias Dios por todo. Nuestro llanto de emoción parecía interminable, di un vistazo a mis pies y les dije ¡hasta donde han llegado, hasta donde me han conducido!. Después de un rato, entramos a la iglesia para dar oficialmente las gracias.
Dora: Peregrina Camino desde Sarria, proximamente del Camino Portugués y futura Hospitalera
Darme cuenta de una fuerza física en mí, que nunca había experimentado con tal amplitud, generaba un contacto más profundo con mi Ser Interior, el cual a pesar de que lo había sentido, ya que llevaba viviendo sola en el campo muchos años y acostumbraba a meditar, pero aquí se había potencializado. ¡Regresé con mayor serenidad! El Camino me permitió conocer mis límites y poder ir más allá de ellos, así como sentir que estoy protegida por un poder que viene más allá de mí misma. Durante el trayecto conocí muchas personas, con las que compartí momentos muy gratos, y curiosamente me parecía que nos conociéramos de toda la vida, sin barreras al no importar la nacionalidad, el idioma o las creencias. Siempre tendré gratitud hacia todos los gentiles hospitaleros por su ardua labor, siendo recibida en los albergues con mucho cariño.
Rosa Marta: Peregrina del Camino Francés desde Roncesvalles a los 59 años
El Camino es una pieza esencial de mi rompecabezas existencial Compartiré la aventura de transformarme en peregrina, la cual inició antes de recorrer sus 780 kilómetros a pie. La forma en que viví mi Camino fue paradójica, llevándome a cuestionarme -¿Sería mi Camino un ouroboros? ¡Tal vez!-. Así se mostró el símbolo alquímico de la serpiente que se alimenta de sí misma, donde principio y fin son uno, manifestando la naturaleza cíclica y eterna del universo, lo cual me remite a una espiral. -¿Acaso habré comenzado por el final y terminado por el principio?-. Yo llegué un día a Santiago y casi un año después, recorrí el sendero. La primera vez que estuve en la Catedral de Santiago, maravilloso sitio sagrado, dejaría implantado en mí, el regalo de la sincronicidad, para vivir más atenta a la intuición y a la interpretación de lo que mi alma requiere para su aprendizaje.
Gory: Camino Francés desde Roncesvalles a los 30
Mis acompañantes durante el viaje fueron variando y a cada uno les agradezco sinceramente haberse atravesado en mi Camino, porque todos me aportaron algo especial. ¡Fueron mis ángeles guardianes! Durante esta inolvidable aventura, hubo momentos de compartir, de ayudar, de recibir, de convivir en los albergues, entre muchas otras experiencias, las cuales propiciaron que naciera una amistad peregrina muy linda e intensa. Conforme íbamos avanzando mis nuevos amigos y yo, nos volvíamos más “nosotros”, más ermitaños, ya no nos gustaba mucho estar en lo que se consideraría la civilización, es decir, lo urbano y lo sofisticado. Buscábamos el campo, la naturaleza, las inclemencias del tiempo, así que nos tocó disfrutar de todo: frío, calor, lluvia, nieve, arcoíris, estrellas, luna, nubes y sol. Faltando pocos días para la culminación de tan intenso esfuerzo, ya éramos un grupito de siete peregrinos, quienes habíamos empezado cada uno solo, y poco a poco e inexorablemente, el Camino nos fue juntando.
Leonor: Camino del Norte y Camino Francés
El camino para mi no comenzó en España...para mi comenzó cuando me integré a esta hermosa familia llamada Ultreia et Suseia!...escuchando a los demás sus relatos, me contagié y me enamoré del camino sin haberlo pisado. Lo que acabo de definir mi decisión fueron varias señales que yo las veo como las flechas ➡️del camino....una de ellas fue gracias a mi amiga Rocío.
Mary Carmen: Camino Portugués
Han transcurrido ya más de un par de años desde mi Camino hacia Santiago de Compostela y en mi memoria pasan algunos recuerdos, que se ven tan lejanos y oníricos, que podría cuestionarme, si alguna vez caminé por esos lares. Recuerdo a mis familiares y amistades asombrados exclamando -“¡Es una locura, son muchísimos kilómetros!”-, lo cual desde mi perspectiva, fue algo tan cotidiano y natural que podría decir: ¡Llegué casi flotando a Santiago después de un mes de peregrinaje! Obviamente a la distancia todo parece más sencillo de lo que en realidad fue, ya que solo las delicias permanecen dentro de mí.
Boris: Camino del Norte
La magia del Camino es que todo puede ser perfecto: siempre “aparece” alguien justo cuando se necesita, todo se desarrolla correctamente, se convive con otros peregrinos como si fueran viejos conocidos y todos se hermanan a través de la alegría, de la sed, de la falta de un buen baño, en los ronquidos o en el simple deseo de llegar al destino anhelado.
Martha: Camino Portugués
Peregrinos Mexicanos en el año 2018 registrados en la Oficina de la Catedral de Santiago de Compostela son 3,578 (1,09%) ocupando el lugar 15o.
Peregrinos mexicanos en el 2018 ocupan el 15o sitio con 3,578