El reloj sin tiempo


   En Roncesvalles me parece que el reloj ha detenido su transcurrir, como si no tuviera más cuerda ni manecillas. Estoy en un sitio fascinante tanto por su paisaje y su arquitectura, donde se cuenta la leyenda de un pastor que ve a un ciervo cuyas astas brillan con dos luceros y al seguirlo descubre una imagen de la virgen.

   Aquí se encuentra el gran albergue fundado en 1127 con el fin de asistir a los peregrinos después de cruzar los Pirineos provenientes de Saint Jean-Pied-dePort en Francia, ruta que ocupaba un segundo lugar frente a la de Aragón, la cual era la principal vía de Jaca a Puente de la Reina al inicio de las peregrinaciones.

   La vía aragonesa decrece en importancia a partir del siglo XII cuando Alfonso el Batallador termina la construcción de Pamplona e inicia una campaña de potenciación de Navarra como entrada hacia la ruta, en donde con su gran hospital los peregrinos lo prefieren a la bella catedral de Jaca.

   Más tarde a principios del siglo XIII Sancho VII el Fuerte hizo construir la iglesia Real Colegiata de Nuestra Señora de Roncesvalles, la cual es uno de los primeros edificios góticos construidos en España, hito del denominado Camino Francés.

   Debo aclarar que Roncesvalles no es una aldea en el sentido formal sino simplemente el sitio donde se inicia el viaje en un paraje excepcional con la influencia de los Pirineos con sus montañas y bosques, donde junto con la Colegiata, el albergue y su capilla también se localizan dos posadas con restaurante y un museo. Así que la inserción en otra línea del tiempo desconectándose de la ajetreada civilización se ha hecho manifiesta.


Para convertirse en héroe 


   En estos parajes Carlomagno, rey de los francos, emperador de Occidente y fundador del Imperio Carolingio, tiene una batalla que se convierte en leyenda popular, una gesta que fue cantada en las plazas públicas de cualquier ciudad de Europa.

   El Cantar de Roldán difundió el nombre de Roncesvalles, ya que lo nombra quince veces como escenario de una terrible batalla entre cristianos y musulmanes en la cual murió el héroe Roldán, convirtiéndose en ejemplo de las virtudes de caballero cristiano digno de emulación en plena época de cruzadas y reconquista.

    El hecho real del poema épico sucedió en el verano del año 778 en una imprecisa quebrada del Pirineo, según lo narran las crónicas de la época y fue una ataque sorpresa de los vascos a la retaguardia del ejército de Carlomagno, que no había conocido jamás la derrota y el suceso se relata de forma fantasiosa.

   El reflexionar sobre la importancia del mito y los héroes que me evoca la leyenda de este lugar, me hace ineludiblemente mencionar a Joseph Campbell, quien desarrollo su teoría del mito del héroe, sosteniendo que existe un modelo de travesía heroica. Respecto a las sagas alguien le preguntó: ¿Para qué vale eso de la mitología en el mundo moderno? Los mitos son cuentos lindos para los niños, pero para nosotros que tenemos que ir a la oficina y qué se yo... y de compras y conducir en el tráfico y todo lo que es la vida humana... ¿Qué tiene que ver con nosotros? Y él contestó: “Ver la vida como un poema y verte a ti mismo como participante en un poema es lo que dan los mitos”.

   El héroe según este autor pasa por ciclos similares en todas las culturas, inicia su aventura desde el mundo cotidiano siguiendo el llamado al desafío hacia una región de prodigios sobrenaturales, se enfrenta con circunstancias excepcionales y después de ganar la victoria regresa recompensado a su mundo habitual con la capacidad de ayudar a los demás.

   La aventura del héroe sigue el modelo de la unidad nuclear descrita arriba: una separación del mundo, la entrada en una fuente de poder y un regreso a la vida con más sentido.

   El memorar aquella legendaria batalla representa el mito del héroe y habrá que rescatarlo dentro de uno mismo, donde a través de realizar la aventura del viaje hacia Compostela, hará que se tengan que afrontar las etapas anteriormente mencionadas para obtener la victoria.

Roldán se presenta como una de las manifestaciones arquetípicas del héroe junto con Carlomagno convirtiéndose en el símbolo de que se deberá afrontar la batalla interior de nuestros propios enemigos, los cuales son nuestros miedos enquistados; las creencias limitantes como “¡No puedo!” y “¡Es una locura!” entre otras al realizar la aventura hacia Santiago a pie; y afrontar los umbrales desconocidos físicos y psíquicos de cada uno.

   La figura de Carlomagno es un pilar fundamental en la propagación de la ruta jacobea, ya que en el libro IV del Códice Calixtino (Siglo XII) se narra que una noche el emperador al sentirse intrigado por el camino de las estrellas que veía en el cielo descubrió la explicación a través de un sueño, en el cual el apóstol le decía que marchara con su ejército para liberar su sepulcro del dominio sarraceno. Esto muestra la poderosa influencia de la Iglesia y de la política para darle valor al Camino como unificación de la época que se vivía históricamente.


Morir para nacer


   En Roncesvalles está la capilla funeraria del Silo de Carlomagno o Sancti Spiritus, actualmente cementerio de los vecinos, que se asienta sobre una cripta, cubierta con una bóveda de medio cañón, parcialmente llena de restos humanos, construida por orden de Carlomagno para los soldados que murieron en la legendaria batalla.

   Durante la Edad Media sirvió de sepultura para peregrinos que morían en el hospital y que en ocasiones llegaron a ser muchos por la peste. Al encontrarse al comienzo de la ruta constituye un recordatorio del símbolo de la muerte, el cual espero propiciará un renacimiento continuo durante todo el sendero.

   Algunos autores comparan el nacimiento de un bebé con el comienzo del Camino, porque resulta que es la muerte de un estado de simbiosis con la madre, es decir, un ciclo de cambio, semejante a lo que uno como peregrino muere al dejar lo conocido, la comodidad y naciendo para afrontar los desafíos que se presentan en la senda y en “las batallas de la vida diaria”.

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