La credencial de peregrinos no corresponde al concepto que se tiene comúnmente por esta denominación sino que es una tarjeta de cartulina plegada que mide 16.5 cm por 9 cm y al abrirla su largo total es de 63.5 cm. Tiene este formato para que se impriman los sellos como supuestas pruebas fidedignas de los lugares por los que se ha pernoctado o visitado durante el trayecto jacobeo.
La certificación proviene de las cartas de presentación que concedían reyes, clérigos o autoridades como documento de recomendación para recibir privilegios, protección o exención de tributos cuando se recorría el camino.
Hoy en día las finalidades de poseer la credencial son: primero, para acceder a los albergues atendidos por la labor altruista, la cual merece gran reconocimiento de la Asociación de Amigos del Camino; y en segundo lugar, para solicitar “la Compostela”, documento con el que la Iglesia certifica haber cumplido la peregrinación con un mínimo de 100 kilómetros a pie y 200 en bicicleta o caballo, con la pertinente aclaración de que únicamente se reconoce el último tramo de la ruta.